Paola Martínez
¿Qué no se ha dicho ya del amor? Por lo general nuestras referencias vienen del cine. Una de mis preferidas es la escena en El Descanso, cuando Arthur le explica a Iris el concepto de “Meet cute”, o encuentro lindo. Arthur es un viejito retirado, que trabajó en la era dorada de Hollywood, y explica la manera en que los personajes principales se conocían en las películas: como encontrarse en la sección de pijamas y que el hombre solo necesita los pantalones y la mujer la camisa. Entonces se voltean a ver y ahí ocurre el encuentro lindo.
Para este especial de San Valentín, buscamos un encuentro lindo en el cuál, nuestros personajes Marcela y Aquilino se reencontraron a través de redes sociales a los sesenta años, cuando habían sido el primera amor durante la primaria, pero una mudanza los separó por exactamente cincuenta años.

El primer encuentro
De niña Marcela vivía con su familia en Caracas, Venezuela, donde su familia se dedicaba a abrir universidades. Con Aquilino competía regularmente por el primer lugar de la clase en sexto de primaria. Entonces Marcela hizo una fiesta de su cumpleaños 10 en 1972, y decidió invitar a seis amigas a su casa y a Aquilino.
“Bailamos juntos toda la tarde”, menciona en entrevista para Escaparate, mientras que él se une por videollamada, ya que vive en España.
«Yo pensaba terminar primaria y en primer año de secundaria pedirle formalmente que fuera mi novia, pero en ese ínterin (en las vacaciones) me entero por mi papá de que se va a otro estado, a San Cristóbal. Son 12 horas de carretera desde Caracas” dice Aquilino. “Y nos dejamos de ver por 50 años”.
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Un buen recuerdo
Años después, Marcela se mudó a México, se casó, tuvo dos hijas y enviudó en 2012. Un día, pasando tiempo en Facebook se encontró un usuario que se llamaba exactamente como el niño que recordaba de las clases de primaria. “¿Usted estudió la primaria en el Colegio Alemán?”, le preguntó por mensaje, pero no recibió respuesta hasta nueve años después.

Por su parte Aquilino había pasado toda su vida buscándola, visitó varias veces San Cristóbal sin éxito. Luego se casó, tuvo dos hijos y eventualmente se divorció. Recuerda que entonces la buscaba en LinkedIn. “Yo veía contactos que se le parecían, pero quería ver dos lunares que ella tiene en el mentón, y que yo a uno le decía Cielito y al otro Lindo”. Sin embargo, en las fotos no se alcanzaban a ver.
Reboot romance
En 2022, en medio de la venta de una casa, Aquilino pidió ayuda para ver cómo contactar a su cliente y su hijo le aconsejó que revisara sus mensajes de Facebook. Así lo hizo una mañana de diciembre y se encontró con dos mensajes: el de dicho cliente y el de Marcela, a quien él conocía como Ana o Pepina.
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“Recuerdo que me dio una crisis de emoción, se me subió la presión, empecé a sudar”, platica entre risas. “Sin querer marqué el teléfono y casi me caigo de la emoción que tuve”. Marcela, extrañada respondió durante el almuerzo en la universidad donde trabaja.
Sin importar cuánto tiempo había pasado de aquel baile, la puerta al amor se abría de nuevo a sus 60 y 61 años. Retomaron el contacto entre mensajes de WhatsApp, y un intercambio de poemas y canciones, que Aquilino musicalizaba y Marcela revisaba con ayuda de su hija menor.
Ya yo estaba apurado y quería decirle todo lo que tenía guardado durante 50 años, tenía que expresarlo de alguna forma porque llevarlo dentro de mi durante tanto tiempo necesitaba un destape”, dice Aquilino.
El amor digital les ha requerido acordar tiempos con la diferencia de horario y es complicado cuando la convivencia pasa de la pantalla a la vida real. Un año después de mantener su relación a través de redes, Marcela tuvo la oportunidad de mudarse a Madrid, donde se permitieron conocerse mucho mejor, viajar y salir de su zona de confort.

Para ellos la comunicación y la madurez les ha valido mantenerse juntos. “Nos hemos convertido aparte de pareja en muy buenos amigos. Yo te confieso que en mis relaciones anteriores no había sido tan abierto y conversador como soy con ella. Y no todo ha sido color de rosa, pero vas tanteando el terreno, conociendo y recibiendo ese feedback que te hace ser una persona diferente”, dice Aquilino.
Y Marcela comenta: “La otra cosa que creo que es muy importante es algo que me aconsejó una prima ‘sé como tú eres’ y así lo hice. El ser como eres, andar sin tapujos nos ha ayudado mucho”.
Amor después de los sesenta
En este especial de San Valentín, recordamos que no hay edad ni caducidad para el amor. Estos encuentros tiernos o meet cute pueden llegar en el momento menos esperado. Un amor después de los sesenta nos enseña que se puede iniciar tranquilos y sin máscaras, y en este caso, la tecnología y las redes sociales son una gran herramienta para salvar la distancia.



