Jesús Gallardo es uno de los futbolistas mexicanos más consolidados que sigue en activo. Con su polivalencia defensiva y ofensiva, ha sido pieza clave en Monterrey, Pumas, la Selección… y ahora Toluca.
Nació en la heroica ciudad de Cárdenas, Tabasco, un 15 de agosto de 1994, poco después de la Copa del Mundo. Años más tarde, sería él quien estaría en ese escenario global.
Aunque no es de las ciudades más prominentes del país, Cárdenas fue el terreno donde, entre calles y condiciones limitadas como las de millones de mexicanos, un joven Jesús empezó a enamorarse del balón. En la primaria “Carlos Pellicer Cámara” jugó sus primeros partidos, cerca de la colonia donde vivía.
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Inicios felinos
Gallardo empezó a tomar más en serio el fútbol cuando llegó a tercera división con los Jaguares de la 48, un equipo de Reforma, Chiapas.
No se quedaría ahí. Su talento exigía algo más. Un día de suerte y destino, fue observado por Patricio Baeza, visor de los Pumas de la UNAM. Pronto llegó a la Sub-20 del club auriazul y, con sólidas actuaciones, se ganó su lugar en el primer equipo.
Su debut y el primer guiño del destino
La Copa MX le dio la gran oportunidad. ¿El rival? No fue Alebrijes, Pachuca o Monarcas. Fue el Deportivo Toluca, en el histórico Nemesio Diez, ese mismo que años más tarde lo abrazaría como uno de sus héroes.
Y si eso ya parecía escrito, su debut en Liga MX también tendría otro guiño curioso: fue contra Rayados de Monterrey, el equipo que años después lo haría brillar… y sufrir.
Referente universitario
Pese a una época en la que Pumas ya no producía talentos como en décadas anteriores, Gallardo fue una de esas joyas que todavía brotaban de cantera. En CU se hizo grande: mostró garra, conexión con la banda, y aportó incluso en ataque.
En su paso por Pumas marcó 16 goles y dio 11 asistencias. Bastante, para un jugador de vocación defensiva.
En 2018 cerró su etapa como universitario con el llamado de Juan Carlos Osorio al Mundial de Rusia. Ese mismo año firmó con los Rayados de Monterrey. Era su ascenso al siguiente nivel.
Lo ganó todo
En Monterrey se cansó de brillar: dos títulos de Concachampions, una Liga MX, una Copa MX… y con Selección, dos Copas Oro.
Fue campeón con el Turco Mohamed, uno de los técnicos que más potenció su estilo. Pero esa no sería su última gloria con el estratega argentino.
¿Acabado? Ya no había amor en Monterrey
Con el paso del tiempo, el amor de la afición rayada se transformó en hartazgo. Gallardo fue criticado, señalado, incluso despreciado por parte de la tribuna.
Sí, su nivel había bajado, pero no era el único responsable de una racha gris. Aun así, su salida fue celebrada como un “alivio” por algunos. Dejó Monterrey cargado de títulos… y de cuentas pendientes.
Redención en rojo
En 2024, el destino lo regresó al Nemesio Diez, esa misma cancha donde se había presentado en la Copa MX años atrás. Ahora, con la camiseta escarlata, buscaba reencontrarse consigo mismo.
Muchos dudaban de él. Pero Gallardo respondió. Encajó de inmediato en un Toluca que apostaba por atacar con todo. Rotó en algunas jornadas, pero cuando regresaba, lo hacía con fuerza, ritmo y jerarquía.
En cada pase, en cada recorrido por la banda, silenciaba con clase y determinación a los que lo habían descartado.
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Golpe al pasado
Cuando volvió al Gigante de Acero, no lo hizo como un traidor… sino como un profesional. Y como tal, les marcó. Con una sonrisa discreta, les dio una lección: sí se puede renacer.
Y no fue la única. En el Clausura 2025 eliminó a Rayados en cuartos de final y, de paso, también a Tigres. Dos golpes certeros al pasado reciente. El jugador que ya no valía “ni un millón de dólares”, en palabras de sus críticos, los dejó viendo cómo él avanzaba… rumbo al campeonato.
El héroe tabasqueño
Gallardo hizo honor a su tierra natal, esa donde lo “heroico” no es adorno, sino parte de la esencia. Fue uno de los pilares en el equipo que rompió la sequía y devolvió a Toluca a la cima del fútbol mexicano.
Humilde, luchador, polivalente, aún con mucho por dar. Gallardo no solo se redimió: escribió uno de los capítulos más humanos, potentes y emotivos en la historia reciente del Toluca.
