Entre el aroma dulce y calaveras coloridas, la familia Zarco Martínez mantiene viva una de las tradiciones más queridas de Toluca y se dedica a la elaboración del alfeñique. Año con año, la familia comparte su conocimiento y talento en la tradicional Feria del Alfeñique con productos tan dulces como únicos. Conoce a las tres generaciones que han adoptado y arropado esta herencia.
Una tradición que se hereda
Jesús Zarco, segunda generación de esta tradición del alfeñique, comenta que ya han pasado más de 20 años desde que sus papás comenzaron con este oficio, y hoy en día, ya son tres generaciones de la familia las que se dedican al arte del azúcar durante estas fechas. El aprendizaje de este trabajo no llegó con un taller o un manual, sino que fue algo que formó parte de la vida de Jesús desde su infancia y ahora en la vida adulta, abraza y vive con cariño su labor.
Digamos que no me enseñaron, sino que viendo aquí, te nace la intención de empezar a trabajar con el alfeñique.
El arte detrás de cada calavera
Para Jesús Zarco, el alfeñique no es solo un trabajo, sino una forma de arte.
Hay diferencia entre arte y artesanía porque una pieza de calavera de azúcar es una artesanía, pero cada calavera va personalizada de manera diferente. Lo que disfrutamos más es decorar, porque a cada una se le pone un diseño distinto.
La familia más que solo un dulce de temporada hace historia en cada calavera, desde las más pequeñas hasta las más grandes, con su decoración hacen de sus piezas algo único, irrepetible y especial, tanto para ellos como sus clientes.
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La preparación que empieza meses antes
Aunque la Feria del Alfeñique solo dura unas semanas, la familia Zarco Martínez comienza su trabajo mucho antes.
Nosotros empezamos más o menos desde agosto, porque es un proceso bastante amplio: primero el vaciado, luego la decoración, y son muchas piezas, no pocas.
En su taller familiar, entre moldes, colorantes y pinceles, producen más de 200 calaveras medianas, además de las pequeñas y las gigantes, que cada año llenan los portales de vida, color y tradición.
Un patrimonio que se cuida y se comparte
“Para mí, esto es conservar un patrimonio familiar”, dice Jesús Zarco con orgullo. Pero más que una herencia material, es un legado de amor, trabajo y cultura.
Significa conservar el patrimonio y la oportunidad de transmitir la misma tradición a otras generaciones, enseñar a otros.
Así, entre risas, azúcar y recuerdos, los Zarco Martínez nos recuerdan que el alfeñique no solo se moldea con las manos, sino también con el corazón. Visítalos en la Feria del Alfeñique en el puesto 52 para endulzar tu memoria con su trabajo.
