Toluca: un pedacito de Líbano en México

 

Ya sea por su ubicación geográfica o su clima, la capital mexiquense siempre fue una opción predilecta para que los extranjeros la eligieran como residencia definitiva.

 

 

Por su cercanía con la Ciudad de México, Toluca presenció un incontable número de procesos y fenómenos migratorios. Un ejemplo claro fue la época del Porfiriato, cuando se favoreció la inversión extranjera y con ello llegó la ola de inmigraciones asiáticas y europeas.

 

 

Comprobando las raíces de una inmigración japonesa, en Toluca se fundó el Parque Urawa y con ellos se solidificó una amistad que resultaría en una nueva comunidad Saitama.

 

 

Pero fue hasta la segunda mitad del siglo XIX cuando las primeras comunidades libanesas comenzaron a llegar a México y se instalaron de forma definitiva.  La llegada masiva de libaneses a México se presentó hacia 1885, entonces no existían en nuestro país leyes  que regularan la entrada de extranjeros.

 

 

Toluca, aunque pequeña en comparación con la CDMX, era un lugar con actividad comercial notoria, así que los libaneses vieron un foco potencial para sus negocios, principalmente por el escaso capital con el que contaban al llegar al país.

 

 

De acuerdo con el artículo “Migración libanesa a la ciudad de Toluca, México, entre 1900 y 1930” de Laura Alvarado, las primeras familias libanesas de en Toluca provienen de la ola que llegó entre 1900 y 1930, así lo constatan el padrón de extranjeros localizado en el Archivo Histórico Municipal de Toluca (data de 1940), las tarjetas del Registro Nacional de Extranjeros que se localizan en el Archivo General de la Nación y los expedientes de solicitud de naturalización que se hallan en el Archivo de Concentraciones de la Secretaría de Relaciones Exteriores.

 

 

Siguiendo los datos de esta autora, la comunidad libanesa en Toluca comenzó:

 

 

  1. Con hombres jóvenes, solteros o recién casados,  que  inmediatamente  comenzaron  a  trabajar,  ya  fuera  poniendo  un  negocio,  aquellos  que  traían  dinero,  o  como  ambulantes  apoyados  por  la  solidaridad de otros paisanos ya establecidos quienes les facilitaban créditos para la compra de mercancías y les ayudaban a instalarse.
  2. La mayoría eran agricultores en Líbano.
  3. Los niños aprendían árabe y español de manera simultánea.
  4. Todos los  que  llegaron  a  Toluca  eran  cristianos  e  inmediatamente  adoptaron el rito católico, que era muy similar al maronita y se relacionaron con los  toluqueños.
  5. La mayoría de los que se asentaron en Toluca provienen de la región de Zgharta.

 

La segunda y tercera generación de la comunidad libanesa-toluqueña lentamente modificó sus tradiciones: dejaron de hablar árabe porque muchos ya nacían en México; otros perdieron la costumbre de casarse con libaneses, así que contrajeron matrimonio en México; la tercera generación ya es totalmente mexicana. Pese a todo esto, la gastronomía libanesa sigue transmitiéndose de generación en generación.

 

 

Hoy en día, en la capital mexiquense habitan 6 mil mexicanos con ascendencia libanesa. Así, los principales apellidos que se conservan son: Naime, Sasue, Handman, Libien, Slim, Maccise, Kaui, Harp, Helú y Youne.

 

 

Para honrar a esta comunidad, el 2015 se inauguró la Plaza del Estado de México. Cuenta con una estatua de un emigrante libanés, monumento que representa el orgullo, fortaleza y unión de la hermandad libanesa, y de la cual se pueden encontrar réplicas en la Ciudad de México, Puebla, Chihuahua, Mérida, Veracruz, Guadalajara y Saltillo.

 

 

 

 

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