Una pandemia de hace 1500 años comparte similitudes impresionantes con la de coronavirus

Hay quien dice que las pandemias son designios de la naturaleza para recuperar su equilibro y su bienestar. Sea o no sea verdad, es un hecho que estas crisis sanitarias han existido a través de los siglos y han cobrado la vida de muchos seres humanos en el mundo.

 

 

La pandemia de coronavirus no es diferente, se calcula que a nivel global a ya han muerto más de 103 mil personas, además el total casos confirmados asciende a cerca de 1.600.000, con unos 365.000 recuperados, de acuerdo a la Universidad Johns Hopkins. Las cifras continuarán aumentando con los días y el levantamiento de la contingencia aun parece dudoso.

 

Pero, es evidente que no es la primera vez que el mundo sufre una catástrofe de esta magnitud y esto está constatado en los documentos históricos y hasta en La Biblia. Y, lo más extraño de todo es que esta pandemia es muy similar a una que se vivió hace siglos.

 

 

 

“Una pandemia que llegó del extranjero y que se extendía rápidamente desde los puertos adonde arribaban los pasajeros infectados —asintomáticos o no—, sin ningún remedio médico disponible que pudiese pararla, todos los habitantes confinados en sus casas para evitar contagios, la paralización total de la economía, el ejército vigilando las calles, médicos contagiados trabajando hasta la extenuación, miles de fallecidos diarios sin enterrar durante “muchos días porque quienes cavaban ya no daban abasto…»

 

No, esto no es una crónica del coronavirus. Este es un relato que hizo Procopio de Cesarea cuando se dio el brote de peste bubónica que asoló las regiones de China a las costas de Hispania entre el 541 y el 544. Esta increíble coincidencia salió a la luz gracias al estudio La plaga de Justinià, segons el testimoni de Procopi, (La plaga de Justiniano según el testimonio de Procopio), de Jordina Sales Carbonell, investigadora de la Universidad de Barcelona. 1500 años después la historia del mundo parece repetirse.

 

En el año 541, el Imperio bizantino fue golpeado por una terrible epidemia de peste. La capital perdió una cuarta parte de sus habitantes, y el propio emperador estuvo a punto de morir. Según Procopio, la peste mataba entre cinco y diez mil personas al día, una estimación quizás exagerada, pero que da una idea del pánico creado cuando la situación se descontroló. Suena familiar, ¿verdad?

 

 

La alarma comenzó en Egipto y después, la infección se expandió rápidamente por el mundo por los distintos puertos a los que llegaban, fundamentalmente de Europa, África del Norte, el Imperio Sasánida (Persia) y, desde allí, a China. Los puertos en este 2020 serían los aeropuertos y, asombrosamente, Europa y Asia son los continentes donde todo estalló nuevamente.

 

“Se declaró una epidemia que casi acaba con todo el género humano de la que no hay forma posible de dar ninguna explicación con palabras, ni siquiera de pensarla, salvo remitirnos a la voluntad de Dios”, escribió el historiador bizantino. “Esta epidemia”, continuó, “no afectó a una parte limitada de la Tierra, ni a un grupo determinado de hombres, ni se redujo a una estación concreta del año […], sino que se esparció y se cebó en todas las vidas humanas, por diferentes que fueran unas personas de otras, sin excluir ni naturalezas ni edad”. Así, la enfermedad no conocía limites, “hasta los extremos del mundo, como si tuviese miedo de que se le escapara algún rincón”.

 

 

Así como la peste, el COVID-19 ha llegado hasta las poblaciones más alejadas del mundo y, aunque algunas zonas salen de la enfermedad, otras comienzan a caer en la enfermedad a una velocidad incluso mayor.

 

 

La peste invadió la capital del Imperio Bizancio por 4 meses (aquí otra coincidencia, pues es casi el mismo tiempo que le tomó a China salir de la crisis epidémica).

 

 

El confinamiento también se llevó a cabo en el 541, de acuerdo con el relato de Procopio y las palabras de Sales Carbonell, “también se impuso una especie de autoconfinamento espontáneo e intuitivamente voluntario para el resto, en buena parte motivado por las propias circunstancias”.

 

En cuanto a la economía, todo cayó en picada (igual que ahora). Los artesanos cerraron sus tiendas y abandonaron todos los trabajos que implicaran mantenerse fuera de sus residencias. La gente comenzó a morir de hambre y la vida de los enfermos se esfumó más rápido debido a que no existían insumos suficientes para ser tratados, ni mucho menos gente que se dedicara a cuidarlos.

 

 

La vigilancia en las calles también formó parte de la pandemia de peste. Justiniano, emperador de ese entonces, distribuyó “pelotones de guardias de palacio” por las calles.  Los cadáveres sin sepultar y algunos otros abandonados (tal y como en Ecuador), también marcaron el caos de la peste bubónica.

 

Demasiadas coincidencias, ¿no lo creen?

 

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