Cinco escritores japoneses que debes leer acompañados de una tacita de té

Estamos casi arrancando el fin de semana y como el clima pinta frío, lo mejor que te podemos recomendar es un buen libro que puedas acompañar con una taza de té o cafecito. El plan está para no salir de la cama desde mañana, ¿o no?

 

 

Con anterioridad te recomendamos algunos autores y autoras extraordinarias mexicanas, pero ahora nos vamos a ir de viaje hasta Asia para contarte sobre algunos de los mejores escritores japoneses que la literatura universal abraza en su historia.

 

 

A estos nipones los definieron sus pasiones personas y también sus dolencias más arraigadas debido a las múltiples problemáticas y estigmas sociales de una sociedad tan cerrada como lo ha sido Japón. Así que aquí vamos.

 

Yasunari Kawabata (1899 – 1972)


 

Kawabata es considerado el padre de la narrativa nipona por su estilo refinado, profundo y extremadamente lírico. En sus novelas transmitió temas como la soledad, el amor y las delicadas relaciones entre el individuo y la naturaleza.

 

 

 

 

La riqueza de su literatura fue reconocida a nivel mundial y se convirtió en el primer escritor japonés en recibir un Nobel de Literatura. Kawabata fue muy cercano a Mishima, otro pilar de la literatura nipona.

 

 

Entre los libros que te recomendamos leer está Lo bello y lo triste, una obra llena de psicología y sensualidad que abordará uno de los triángulos amorosos más desagarradores de todos. La trama va así: con la excusa de escuchar las campanas del templo en el Año Nuevo, Oki Toshio, un escritor casado, viaja a Kioto. Allí visitará a Otoko, antigua amante a la que había humillado. Otoko vive con su protegida Keiko, una joven amoral, sensual y apasionada de apenas veinte años, que convertirá lo que tenía que ser un encuentro nostálgico en un drama cruel, lleno de erotismo y sensualidad.

 

 

También puedes leer La casa de las bellas durmientes, Mil grullas, El sonido de la montaña.

 

 

 

 

 

Yukio Mishima (1925 -1970)


 

 

La vida de Mishima estuvo plagada de represiones, principalmente por sus inclinaciones homosexuales en un Japón de mano dura como el de su adolescencia. Con una narrativa igual de perfecta que la de Kawabata, Mishima se convirtió en la columna de la literatura japonesa. Fue un alma incomprendida, radical y violenta, tanto así que se quitó la vida en 1970 bajo el ritual japones del haraquiri.

 

 

 

 

 

Mishima estuvo embargado por la tristeza y el no poder ser él mismo, así se verá expresado en cada una de sus obras, pero principalmente en Confesiones de una máscara (1949), una de sus novelas más autobiográficas.

 

 

Aquí conoceremos la historia de Koo-chan, un alma atormentada por una sensibilidad turbadora que va creciendo con el estigma de saberse diferente a los demás. De aspecto débil y enfermizo, solitario y taciturno, de extracción menos favorecida que sus compañeros, irá descubriendo sus inclinaciones homosexuales cuando se siente atraído por Omi, un chico de fuerte constitución. Esclavo de lo convencional y de las expectativas sociales, Koo-chan usará una máscara para ocultarse y comenzará una relación con Sonoko, la hermana de su amigo Kasuno, intentando convencerse de que está enamorado de ella.

 

 

Mientras asume su escaso poder para amar, irán aflorando sus fantasías y su fascinación por la belleza entremezclada con la sangre, la violencia, la muerte…

 

 

También puedes leer: Nieve de primavera o El color prohibido.

 

 

 

 

Kenzaburo Oé (1935)


 

 

Otro de los grandes en la triada japonesa y el segundo escritor japonés en llevarse un Nobel de Literatura (1994) debido a la superioridad de su pluma. Aunque fuera de Japón su literatura sigue siendo poco conocida, hay muchas cosas fascinantes de las cuales hablar.

 

 

La literatura de Oé está marcada por las dolencias de la sociedad nipona, en ellas están la guerra y las catástrofes nucleares que dejó Hiroshima y Nagasaki.  Y precisamente en ese ámbito se une su tragedia personal, el nacimiento de un hijo con deficiencias cerebrales tan severas que los médicos le aconsejaron dejarlo en una clínica especial a que esperara su muerte. Hoy en día ese hijo, Hikari Oé, es un compositor de música fantástico.

 

 

 

 

Esta etapa de su vida lo llevó a escribir Una cuestión personal (1964), historia que con las mismas bases contará la travesía de Bird, un joven profesor de inglés abrumado por una existencia cotidiana en el Japón contemporáneo. Su anhelo secreto es redimirse a través de un mítico viaje por África, donde, según cree, su vida renacerá plena de sentido. Pero tales proyectos sufren un vuelco de ciento ochenta grados: su esposa da a luz un monstruoso bebé, condenado a una muerte inminente o, en el mejor de los casos, a una vida de vegetal.

 

 

Este hecho convulsiona el lánguido e indolente existir de Bird y, durante tres días y tres noches, se arrastra por un implacable recorrido hacia lo más profundo de su abismo interior. El alcohol, el erotismo y su vieja amante serán los detonantes para que Bird trascienda y tome la decisión que cambiará su vida.

 

 

 

 

 

También puedes leer: Siete novelas mexicanas que debes leer aunque sea una vez en la vida

 

 

 

Banana Yoshimoto (1964)


 

Banana Yoshimoto es una de las escritoras japonesas contemporáneas más prolíficas. Sus novelas, de cierto corte comercial, pero no por eso menos buenas, están plagadas de personajes extraños en busca de la felicidad y de un lugar en el mundo.

 

Cada personaje que emerge de los textos toca las pasiones y soledades más profundas del ser humano convirtiendo su narrativa en algo adictivo para quien se introduce en el mundo literario nipón por primera vez.

 

 

 

 

Su primera novela, Kitchen (1988) , la obra maestra de Yoshimoto, explora la profundidad de la pérdida, el desánimo y la transición por el duelo. En la novela conoceremos a Mikage, quien tras quedarse sola por la muerte de su abuela, se refugia en la cocina de su vasta casa. Un día, sin embargo, un día conocerá a Yuichi Tanabe, un alegre muchacho que  le propone que vaya a vivir con él y con su madre, Eriko. Sin embargo, esta hermosa y acogedora mujer no es quien parece ser y Mikage lo descubrirá con el tiempo.

 

 

 

 

 

Natsuo Kirino (1951)


 

Considerada la reina japonesa del crimen, Natuso se ganó el premio más importante de novela negra en Japón, el Gran Premio de Escritores de Misterio.

 

 

 

Esta autora explora la vida de las mujeres llevándolas al límite de ciertas situaciones.  En sus textos veremos a mujeres casadas que trabajan de noche en una fábrica de bentō (comida preparada) y se ven involucradas en un crimen (OUT, 1997), una oficinista de una gran empresa que halla en la prostitución una razón para vivir (Gurotesuku; Grotesco, 2003), una soldado del extinto Ejército Rojo Unido marcada por su pasado (Yoru no tani wo yuku; Recorriendo el valle de la noche, 2017.

 

La obra estelar que reconoce a Natuso es Crónicas de una diosa. Esta es una historia compuesta por una cosmogonía japonesa, un sorprendente ejercicio que evoca la visión del mundo desde la mitología y la leyenda. En ella, la protagonista, Namina, relata su vida desde su infancia hasta su muerte con dieciséis años, tras la cual comienza a servir a la diosa del inframundo, Izanami.

 

El mundo que recrea Natsuo Kirino en esta peculiar novela tiene su epicentro en la Isla de las Serpientes Marinas («una isla con forma de lágrima«), en la que Namina y su hermana mayor, Kamikuu, son elegidas como sucesoras de la sacerdotisa de la isla y de la sacerdotisa de los muertos, según marcan las tradiciones de su sociedad. Tras romper las leyes de la isla manteniendo relaciones con un joven y teniendo una hija prohibida, Namina tratará de escapar de su destino huyendo en barca.

 

También puedes leer Grotesco (2003) y Out (1997).

 

 

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