COVID19 e inmunidad: los sabios hablan de las probabilidades tras sobrevivir al contagio

La batalla contra el SARS-CoV-2 todavía va para largo y así como los científicos están haciendo de todo para crear vacunas y fármacos que ayuden a combatir el bicho, parece ser que nuestro sistema inmunitario también está estudiando al virus.

 

 

De acuerdo con ciertos estudios que los sabios han estado monitoreando recientemente, todo apunta a que nuestro organismo está detectando una manera de desarrollar inmunidad elevada y perdurable aun cuando las personas infectadas solo hayan desarrollado síntomas muy leves de COVID19.

 

 

Según New York Times, parece que los anticuerpos que combaten la enfermedad, así como las células inmunitarias que pueden reconocer al virus (linfocitos B y T), persisten durante meses después de que se ha controlado la infección, lo cual es un reflejo alentador de la respuesta perdurable del cuerpo a otros virus.

 

 

Aunque no se puede pronosticar cuánto durará exactamente esta respuesta inmunitaria, los expertos aseguran que es una buena señal porque las células más “estudiosas” del cuerpo ya están haciendo de las suyas para activarse y combatir el virus con mayor rapidez y firmeza en caso de que volvieran a estar expuestas a él.

 

 

“Esto es exactamente lo que se esperaría”, afirmó Marion Pepper, inmunóloga de la Universidad de Washington y autora de otro de los nuevos estudios que está en evaluación en la revista Nature. “Ahí están todos los elementos para tener una respuesta inmunitaria que proteja totalmente”.

 

 

Y es que actualmente se tiene una preocupación constante sobre si el virus podría “engañar” al sistema inmunológico y hacer que no lo recuerde, logrando infectarlo una vez más y volviendo aún más vulnerable a la gente en caso de contraer el bicho.

 

 

Así que este guiño de los anticuerpos podría ser una base concreta para analizar si habría riesgo de reinfección y cómo se llevaría a cabo la memoria inmunitaria.

 

 

Debates en cuanto a la inmunidad

 

 

Según Katherine J. Wu del New York Times, todo tiene que ver conque el sistema inmunitario no es nada sencillo y, además, los anticuerpos representan solo una parte de un escuadrón complejo y coordinado de soldados inmunitarios, cada uno con su propia manera de atacar.

 

 

Por ejemplo, es difícil que los anticuerpos detecten los virus que ya han invadido las células, pero estos siguen siendo vulnerables a las células T citotóxicas, las cuales obligan a las células infectadas a autodestruirse. Otros grupos de células T, llamadas “colaboradoras”, pueden persuadir a las células B para que se conviertan en máquinas de fabricación de anticuerpos.

 

 

Lo más preocupante de todo es que los anticuerpos tienen una fecha de vencimiento: debido a que son proteínas inanimadas y no células vivas, no pueden reabastecerse, así que salen de la sangre pocas semanas o pocos meses después de que se producen. ¿Lo sabías?

 

 

Se tiene constado que las reservas de anticuerpos aparecen poco tiempo después de que un virus ha traspasado las barreras del cuerpo y luego se disipan conforme disminuye la amenaza. También muere la mayor parte de las células B que producen estos anticuerpos iniciales.

 

 

No obstante, incluso cuando no está siendo atacado, el cuerpo conserva un batallón de células B más longevas que, en caso de ser útiles, podrían generar anticuerpos para atacar en masa a los virus. Asimismo, algunos patrullan el torrente sanguíneo en espera de volver a ser disparados y otros se refugian en la médula ósea y generan pequeñas cantidades de anticuerpos que se detectan años o, en ocasiones, décadas después de que se acaba una infección.

 

 

En varios estudios, incluyendo en los dirigidos por la doctora Pepper, se han descubierto anticuerpos capaces de inhabilitar al coronavirus que persiste en niveles bajos en la sangre, meses después de que la persona se ha recuperado de COVID-19.

 

 

Por lo tanto, el hecho de que los anticuerpos duren tanto después de la infección, es una señal importante de que las células B siguen avanzando en la médula ósea. La doctora Marion Pepper lo sabe debido a que, jjunto con su equipo, pudo obtener de la sangre de las personas que se han recuperado de casos leves de COVID-19 las células B que reconocen al coronavirus y cultivarlas en el laboratorio.

 

 

Todavía falta un largo camino por recorrer para demostrar la inmunidad, pero los estudiosos de todo el mundo han llegado a la conclusión de que, al menos parcialmente, sí se desarrolla una inmunidad después de haberse infectado.

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